El proceso de envejecer provoca cambios físicos y psíquicos que modifican la alimentación de las personas mayores de 65 años y los pone en riesgo de malnutrición.
El gusto, el olfato y la vista están disminuidos. Estos estímulos sensoriales alterados disminuyen la secreción salival, gástrica y pancreática.
El disbalance de sustancias que regulan el apetito, hacen que el anciano pierda interés por comer
El 40% de ellos tiene ausencia de piezas dentales y prótesis mal ajustadas que dificultan la masticación, la hacen dolorosa, sumado a la menor producción de saliva dificultan la deglución
La disminución del jugo ácido del estómago altera la absorción de calcio, hierro y vitamina B12; altera la flora intestinal llevando a malabsorción de grasas y diarrea
El estreñimiento se vuelve un problema común debido a escasa ingesta de líquidos, menor motilidad intestinal y sedentarismo.
Una menor producción y acción de la Insulina hace aumentar progresivamente la intolerancia a azúcares comunes. Disminuyen las proteínas musculares y viscerales, sustituyendo la masa muscular por masa grasa que se distribuye en el tronco y alrededor de las vísceras. Disminuye también la densidad ósea que lleva a osteoporosis después de la menopausia o cuando están presentes el sedentarismo o tabaquismo.
El metabolismo basal disminuye al disminuir la masa celular, y se altera la función de órganos como los riñones.
Las arterias se endurecen aumentado la presión arterial, se elevan el colesterol y los triglicéridos sanguíneos sobre todo en mujeres posmenopáusicas, aumentando la mortalidad por enfermedades coronarias y cerebrovasculares.
Es frecuente que los ancianos se sientan aislados socialmente porque disminuye su productividad, pierden sus ingresos; se deprimen porque pierden su dignidad, pierden seres queridos, cambia su imagen corporal. Muchos viven en asilos, alejados de su familia o están enfermos y esto influye negativamente en el abastecimiento de alimentos: incapacidad de comprarlos, prepararlos y autoalimentarse.
LA NUTRICIÓN ADECUADA Y LA ACTIVIDAD FÍSICA CONSTANTE AYUDAN A CONTRARRESTAR ESTOS CAMBIOS EN LA VEJEZ.
Las recomendaciones son:
Comer variado, disminuir el aporte energético, disminuir grasas saturadas, sal y azúcares refinados, aportar suficiente cantidad de fibra, consumir lácteos, frutas, verduras y abundantes líquidos, moderar el alcohol.
Fórmula sintética:
- 25 kcal/kg de peso/día.
- 1 g/kg/día de proteínas, 50% de alto valor biológico
- 55% del valor calórico total en hidratos de carbono, predominantemente complejos. Fibra 20g/1000 calorías
- 30% grasas repartidas en 10% saturadas, 10% poliinsaturadas,10% monoinsaturadas
Cubrir dosis recomendada de vitaminas A, D, E, K, C, ácido fólico, B1, B6 y B12 y ciertos minerales: calcio, zinc, cromo. Ante ancianos con enfermedad intestinal crónica prestar atención también al hierro.
Fraccionar en 4 comidas y 2 colaciones.
Adecuar temperatura, consistencia, sabor y aroma para estimular el apetito. Aprovechar la hora de comer como momento de reunión con la familia integrando al anciano.